Vicente se sacó el abrigo, subió a su auto, prendió la radio y se encaminó a su departamento. Podríamos decir que pensó mucho sobre lo que había pasado durante aquella última hora, que su cabeza intentaba recordar cada palabra, cada momento, que su memoria era tan perfecta como para recordar cada movimiento y hasta cada canción que sonó en el lugar, pero la verdad es que durante un camino de quince minutos mientras intentas que el bus del transantiago no te choque, evitar al peatón que en un acto de magnífico desprecio por su vida cruza a media cuadra la Alameda, cerrarle el paso al taxista por frenar de repente y todas esas cosas maravillosas que hacen los conductores en todas las urbes del multiverso, no queda mucho tiempo para rememorar.
Estacionó su auto, saludó al conserje, entró en el departamento, dejó las llaves colgadas, tiró el abrigo sobre el sofá, tomo una cerveza del refrigerador, revisó el celular, el otro celular y el otro celular, omitió todas las llamadas perdidas de Pía, de Camila y contestó el mensaje de Fernando diciéndole diciéndole que no sabía si salir esta noche, que estaba cansado, llamó a donde los chinos pidiendo un menú número tres, prendió la televisión, hizo zapping unos momentos hasta que encontró algo que trataba de autos, mujeres y machos recios que luchan por las dos anteriores, se paró a contestar el citófono, sacó la billetera y le pago al muchacho que traía la comida, vio un rato la película mientras comía, apagó el televisor sin terminar de verla y fue hacia el computador, abrió messenger y mientras le contestaba al par de "personas" que le hablaban y abría su correo electrónico pensó en Alicia. ¿Qué habrá querido decir con eso de señor gris? En verdad no lo comprendía. Conversó banalidades por algo así como una hora, apagó el computador, prendió la consola y se puso a matar nazis zombies por algo así como una hora, entonces fue al refrigerador, sacó otra cerveza, puso la alarma y se fue a dormir.
"Señor Gris, señor Gris"...Alicia le decía. "Te demandaré señor Gris." Entonces la veía irse y perderse entre las miles de mujeres con la cara de Pía, entraba al café y el abuelo de Alicia lo atendía, le traía un mocaccino y una medialuna en una bandeja como las del comedor del hospital, miraba alrededor y la música cambiaba: Doctor Arriagada, se le requiere en urgencias, Doctor Arriagada, se le requiere en urgencias y él corrió por el pasillo para entrar a su departamento donde estaba la señora García."Gracias por todo, Doctor, como premio mi sobrina lo espera en su pieza." Vicente entro en la pieza y vio a Pía con ese vestido negro que tanto le gusta. "¿Así que te gusta Camila y Paola? ¡Quédate con ellas!" Y salía de la habitación. Iba al baño y ahí estaba Alicia, desnuda metida en la tina. "¿Es esto lo que quieres, señor Gris, quiere hacerme el amor? Ahhh, no, sólo quiere sexo" Se asustó, entonces salió del baño y estaba de nuevo en el café. "Son dos mil quinientos, Doctor." Le decía el abuelo de Alicia. Pagó, salió, fue hacia su auto y ahí estaba Alicia, desnuda nuevamente. "Ponte algo encima, te vas a resfriar." Le dijo. "¿Para qué? si quieres verme así." Entonces él la tomaba en sus brazos y comenzaba a besar sus labios, su cuello y...BIP,BIP,BIP, BIP,BIP...BIP, BIP, BIP, BIP, BIP.
Vicente despertó maldiciendo al despertador, parte del sueño se perdió entre las nubes, como todos los sueños y, con un sabor amargo en la boca, abrió la cortina: decidió ponerse el beatle negro, los pantalones color caqui y algo más para abrigarse. Sacó la ropa de los cajones y se metió a la ducha, dejó correr algo el agua fría para quitarse la calentura que le provocó el sueño, se secó y vistió, preparó café y tostadas, hizo los doscientos abdominales, comió una manzana, hizo nota mental de que tan sólo le quedaban para un par de días más así que tendría que pasar a la vuelta por el supermercado. Prendió la televisión para tener algo de ruido de fondo, se quedó viendo unos minutos las cosas que pasaban en farandulandia. Estiró la cama, miró la hora y tomó las llaves del departamento, las del auto, el celular, el otro celular y el otro celular, notó que Pía le había mandado un mensaje picante como a las cuatro de la mañana, sonriendo apagó el televisor, revisó la agenda y vio que la reunión con los ex-compañeros de la universidad era el viernes. Bajó por las escaleras, saludó al conserje, entro al auto, paró en el kiosko de siempre a comprar el diario, le gritó unas cuantas cosas a la vieja que doblo en segunda fila y estacionó en el hospital. Al entrar saludó a Camila y se pusieron de acuerdo para ir a almorzar juntos (Pía entraba hoy más tarde), preguntó por las novedades y se enteró que la vieja del ciento ocho había pasado a mejor vida, habían llegado dos más, uno con insuficiencia cardíaca y el otro con neumonía (era típico en este tiempo en todo caso), así que pasó a tomarse un "café" mientras leía el diario y, como a los quince minutos después puso manos a la obra: comenzó a hacer la ronda.
Mientras caminaba por los pasillos saludando a medio mundo, revisando los expedientes, revisando a los vejetes, volvía a su mente una y otra vez la conversación del día de ayer: ¿En verdad podía confiar en que la familia de Alicia no lo acusase de negligencia? ¿Podía confiar en ella? y, principalmente ¿A que diablos se refería ella con Señor Gris?
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