sábado, 7 de agosto de 2010

Morendo

Entró al café, saludó al mesero, buscó una mesa vacía, dejó el bolso y el abrigo en el respaldo de la silla y se sentó, esperó pacientemente a que el mozo viniese, intercambiaron unas pocas palabras y él se retiró. Después de unos cuantos minutos llegó su mocaccino y su medialuna rellena de chocolate, abrió su bolso, revolvió su contenido unos cuantos minutos y finalmente, con aire triunfante, sacó un libro y un lápiz mina. Abrió el libro y mientras tomaba a sorbos el café, leía. De vez en cuando se detenía y hacía un par de anotaciones en el borde de las páginas y, de una forma casi ritual, cada vez que daba vuelta una de ellas miraba hacía la ventana esperando ver su silueta, cada vez que miraba su humor empeoraba un poco, la decepción era casi tangible. Su corazón daba un pequeño brinco cada vez que sonaba la campanilla que había en la puerta, pero no, era tan sólo otro de los clientes. Terminó el café, terminó la medialuna, se quedó en el asiento por una media hora más, nadie le dijo nada. Finalmente el mozo se acercó, pidió otro café más, esta vez un latte y una medialuna rellena de mermelada de frambuesa. Se le acabó la mina al lápiz, nuevamente se sumergió en el bolso hasta que sacó otro y sin contemplaciones lanzó el lápiz gastado a las profundidades. Sonó un celular, contestó el mensaje de manera escueta, casi violenta. Volvió a leer y a escribir, finalmente tomó una libreta y copió todas las notas del libro, las enviaría por mail a penas llegara al departamento, nuevamente sonó el celular, esta vez era una llamada, la despachó rápido, sin explicaciones. Pidió la cuenta y, mientras miraba por la ventana, sintió una mano en su hombro.

-De nuevo no llegó.- Dijo el mozo dejando el platillo con la cuenta y la boleta en la mesa.
-No, pensé que hoy si. ¿Cuanto ha sido?- Preguntó.
-Más de lo que es sano.-Contestó el mozo.
-Si, creo que si.-Dijo mientras revisaba su billetera y sacaba algunos billetes para pagar la cuenta.
-¿Vendrás mañana?
-No lo sé, probablemente.-Contestó mientras se ponía de pie. Tomó la boleta, guardó el libro y el lápiz en el bolso, se puso el abrigo, revisó que no se le quedara nada, guardó la libreta en el bolsillo y palpó el otro para cerciorarse que las llaves estuviesen allí.
-Cuídate, Ro.
-Nos vemos, Alis. Cuídate.

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