-Entonces Vicho, que comiencen las excusas.- Dijo "Señora" sonriendo levemente.
-No hay excusas...no sé, Señora, de un momento a otro sentí que mi vida se iba a la cresta y no me dí cuenta de cuando pasó.-Contestó Vicente.
-¿Sigues con el mismo problema?
-Si...nunca me había pasado. Ok, una vez, si puede ocurrir, pero se ha vuelto, no sé, recurrente. Siempre que estoy con alguien simplemente siento que no tengo ganas de hacerlo, hasta que está mal, me siento...no sé, sucio. Como si simplemente me estuviese poniendo parches. Todo eso me da vueltas en la cabeza y, aunque sea la mujer más bella del mundo, simplemente no...funciona. Es como si se negara a hacer algo que quiero hacer, que me muero de ganas por hacer, pero que, por alguna razón, no debo hacer. Es raro, como le digo, nunca antes me había pasado. Me siento...no sé...vacío.
-Si...nunca me había pasado. Ok, una vez, si puede ocurrir, pero se ha vuelto, no sé, recurrente. Siempre que estoy con alguien simplemente siento que no tengo ganas de hacerlo, hasta que está mal, me siento...no sé, sucio. Como si simplemente me estuviese poniendo parches. Todo eso me da vueltas en la cabeza y, aunque sea la mujer más bella del mundo, simplemente no...funciona. Es como si se negara a hacer algo que quiero hacer, que me muero de ganas por hacer, pero que, por alguna razón, no debo hacer. Es raro, como le digo, nunca antes me había pasado. Me siento...no sé...vacío.
La "Señora" guardó un respetuoso silenció mientras sorbía su té.
-Bueno, eso y otras cosas que me han pasado.-Terminó Vicente, algo exasperado.
-Bueno, eso y otras cosas que me han pasado.-Terminó Vicente, algo exasperado.
-¿Cómo qué?-Pregunto "Señora" desde el borde de su taza de té.
-Bueno, no fui muy discreto, las cosas se fueron filtrando, hubo algunas peleas por ahí.-Dijo apesadumbrado Vicente.- Ahora todo el hospital habla y se ríe a mis espaldas. En verdad no encuentro descanso en ningún lado. Ni saliendo con mis amigos, ni tomándome algo y la salida que conocía no puedo usarla.-Vicente terminó de hablar, tomó uno de los pastelillos y comenzó a comerlo.
-Entiendo.-Dijo "Señora" mientras tomaba otro de los pastelillos.- ¿Y desde cuando comenzó esto?
-Mmmm...en verdad, no sé...No, espere, fue unos cuantos días después de que conocí a Alicia.-Contestó Vicente con la boca llena.
-¡Traga antes de hablar, Niño por Dios!-Dijo "Señora" mirándolo con cara horrorizada.-¿Qué Alicia?-Preguntó luego de unos momentos, como si hubiese estado pensando en otra cosa y de pronto todo hubiese calzado.
-Ehhh...es raro.-Contestó Vicente, algo ensimismado.- La conocí cuando murió su abuelo. Tuve que darle la noticia a la familia y ella se comportó extraño. O sea, más extraño de lo que se comporta la gente cuando va a buscar a alguien muerto. Me dijo que no les estaba diciendo todo y que nos veríamos de nuevo. Entonces un día apareció de improviso en el estacionamiento y me hizo invitarla un café...- Así fue como Vicente, entre muchos, peros, flashbacks, correcciones y todas las cosas que se hacen cuando se intenta relatar una situación que nos ha pasado o una conversación que se ha tenido, le relató a "Señora" la ida al café, la conversación, la despedida y el sueño. La viejecita ya iba en el tercer té y lo escuchaba atentamente cuando se oyeron los pasos por la escalera.
-¿Martita? Ya nos vamos.- Dijo una voz femenina.
-Bueno, Niña, voy altiro.- Contestó contestó la "Señora" mientras miraba divertida al asombrado Vicente.
Vicente se sirvió otra taza de té, comió otro pastelillo y se quedó esperando mientras tamborileaba los dedos sobre la mesa tocando de forma automática "satisfaction" de los Rollins Stone, así fueron pasando los minutos mientras se oían risas del pasillo y un quedado murmullo. Vicente, cada vez más nervioso e impaciente, comenzó a lanzarle miguitas a los gatos que se arremolinaban a sus pies mientras distraído sorbía la taza... entonces lo entendió, comprendió, después de casi un mes y medio, lo que Alicia quiso decir. Así que a eso era lo que se refería con el "señor Gris". ¿Cómo había podido ser tan idiota? Era obvio. Hasta un niño de cinco años podría haberlo resuelto. Estaba tan concentrado en flagelarse que no notó cuando Marta volvió.
-¿Y Vicho, en donde estábamos?-Preguntó de una forma casi, sólo casi, inocente.
-En que soy un total imbécil, Señora.- Replicó Vicente con una sonrisa.
-En eso estamos de acuerdo...y dime Marta.- Sonrió abiertamente la viejecita.- ¿Qué harás?
-Aún no lo sé, Marta.-Respondió Vicente levantándose.-Pero como primera cosa iré a tomarme un café.
No hay comentarios:
Publicar un comentario