-Si necesitan algo más me avisan.-Dijo con tono de camaradería.
-Ok, Ro, cualquier cosa te digo.-Respondió Alicia guiñándole el ojo.
Este gesto, este sencillo gesto, logró que Vicente se sintiese descorazonado, estaba en un lugar desconocido, frente a una atractiva muchacha a la cual, cosa que no le pasaba desde los primeros años de universidad, no sabía como tratar, además la chica era conocida en el lugar. En pocas palabras Vicente se encontraba en un lugar desventajoso, en una situación incómoda y completamente a merced de los caprichos de Alicia que a veces lo miraba con curiosidad, a veces con franco desprecio y a veces con una mirada extraña, que, a pesar de toda su experiencia (que no es poca, pero tampoco como para imitar a Don Juan de Marco) no lograba identificar. Alicia lo desconcertaba, lo asustaba y, aunque él nunca lo hubiese admitido, lo intrigaba.
Vicente probó la medialuna que en verdad estaba muy buena, quizás la mejor que había probado en mucho tiempo, no había notado que tenía tanta hambre y, en un movimiento guiado por la costumbre, miró su reloj.
-¿Estás apurado?-Preguntó Alicia mirándolo desde el borde de la taza.
-¿Estás apurado?-Preguntó Alicia mirándolo desde el borde de la taza.
-¿Ah? No, para nada.
-Es que como estás mirando la hora.
-No, es que...Dime Alicia. ¿Por qué me trajiste?-Preguntó Vicente, levantando la taza y probando el mocaccino. Quedó mirando la taza sorprendido, en verdad era el mejor café que había tomado en años.-Si querías solamente preguntarme sobre la muerte de tu abuelo podrías haberlo hecho en el hospital.
-No, es que...Dime Alicia. ¿Por qué me trajiste?-Preguntó Vicente, levantando la taza y probando el mocaccino. Quedó mirando la taza sorprendido, en verdad era el mejor café que había tomado en años.-Si querías solamente preguntarme sobre la muerte de tu abuelo podrías haberlo hecho en el hospital.
-¿Y me hubieses contestado?
-Claro.-Mintió Vicente descaradamente.
-No me mientas, el silencio puede servirte igual y es menos descortés.-Contestó Alicia mirándolo con despreciativamente.
-Si, tienes razón.- Dijo Vicente después de un largo silencio.-Probablemente no te hubiese respondido.
-¿Por qué?
-Porque no hay mucho que decir. Mira, es un hospital geriátrico, la gente muere todos los días, si tuviésemos que dar explicaciones por cada abuelo que muere, por cada mamá, por cada papá, entonces no tendríamos tiempo para atender a los pacientes. La gente no comprende que la gente se tiene que morir algún día, nosotros hacemos lo que podemos para que tengan una muerte tranquila o bien para alargar su vida lo más posible.
-¿En serio?-preguntó Alicia.-¿O sea que para ti no es solamente un trabajo, no lo haces sólo por la plata que te pagan, es por vocación?
-Vamos, Alicia, la vocación no existe, obviamente es por la plata. Pero si además puedo ayudar en algo...
-Por lo menos eres un poco sincero. La mayoría seguiría con el cuento de que es por vocación. -Dijo Alicia, mirándolo esta vez con curiosidad.
-Bueno, algo de sinceridad no viene mal a veces.
-No, para nada...¿Dime de que murió mi Tata?
Vicente la quedó mirando sorprendido. El gusanito de la ira comenzó a moverse por su interior.
-Ya te dije, de un paro respiratorio.-Contestó enojado.
-Si, lo sé.
-¿Qué quieres saber, entonces?
-Todo.-Dijo Alicia mientras sus ojos taladraban los de Vicente.
-¡La enfermera se equivocó de medicamento, yo estaba ocupado y no pude verlo, quizás lo hubiese salvado! ¿Contenta?-Soltó Vicente de golpe sorprendiéndose a si mismo.
-¿Ocupado en qué?-Preguntó Alicia con una ligera sonrisa en los labios.
-Con otro pacien...
-¿En serio?-Dijo Alicia mientras fruncía el seño.
-Con una enfermera...-Suspiró Vicente.
-Así me gusta.- Dijo Alicia mientras lo miraba con una abierta sonrisa.
-¿Por qué me haces esto?-Preguntó desesperado.- ¿Ahora me vas a acusar de negligencia, tengo que empezar a buscar abogado?
-No, te lo dije. Me alegra que mi Tata se haya ido. Es sólo que no me gusta que me mientan, ni que me oculten las cosas. Quería saber que había pasado, noté que mentías en el hospital, así que te saque de ahí para poder saber la verdad.
-¡Já, que divertido!-Dijo Vicente en un evidente tono de sarcasmo.
-Si, en verdad lo es.-Contestó Alicia.-¡Ro, la cuenta por favor!
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