Se dirigió hacia su auto e introdujo la llave en la cerradura.
-Bonito auto. ¿Qué año es?-Escuchó a sus espaldas. Sobresaltado y con el corazón dando botes en el pecho Vicente giró y cual fue su sorpresa al ver a...¿Alicia? parada a un par de metros de él con una mano apoyada en sus caderas y la cabeza algo ladeada.
-Dos mil nueve.- Respondió algo intimidado, abrió la puerta del automóvil y lanzó su bolso al asiento trasero, subió y cerró la puerta.
-¿Te vas a ir, sin siquiera invitarme un café o algo así?
-¿Qué es lo que quieres?
-Hablar.
-¿Sobre su abuelo? Ya se lo dije la otra vez, señorita, no hay nada más que decir. -Respondió algo azorado.
-Quizás si.-Respondió mientras que Vicente, con esas parálisis que solamente dan el pánico y la sorpresa, miraba como ella desvergonzadamente rodeaba el sedán y se sentaba con un aire de altiva seguridad en el asiento del copiloto.-¿Dónde me vas a llevar? Conozco un café en Lastarria muy bueno, hacen un mocaccino excelente.
-Bájate.
-No
-Bájate o llamo a seguridad.
-Dije que no.-Y clavó sus ojos café en los de él.
Se podría decir que este fue uno de esos momentos en los que la vida da un giro en noventa grados, en que se pueden tomar dos decisiones, una de las cuales nos llevará por un camino nunca antes explorado y la otra nos dejará con la duda y el sabor amargo del "que hubiese pasado si". El neto hecho de reconocer estos momentos requiere de una sorprendente lucidez mental y, no está de más decirlo, unas cuantas toneladas de suerte. Muchas de estas ocasiones pasan en la vida de todos y la mayoría de las veces, ya sea por miedo, ira, franca despreocupación, malos consejos o simplemente por razonar más de la cuenta, por ser unos completos imbéciles, las dejamos pasar. Luego vienen las culpas, el hundirse en ese pantanoso terreno de los "y si lo hubiese hecho, si me hubiese atrevido, si no hubiese estado tan emputecido, si hubiese tenido algo de plata en el celular, si la hubiese sacado a bailar, si hubiese..." y nos rompemos por dentro, caemos en un vortex del cual es muy difícil salir. Caemos, caemos y caemos. Esa decisión se convierte en un zahir, en algo que no se puede olvidar, que siempre pesará en la conciencia, que marca un antes y un después, que separa una hipotética felicidad de una hipotética tristeza, pero que al fin y al cabo es solamente eso, una decisión tomada. Algo que no se puede cambiar.
Para Vicente la decisión fue fácil, Alicia no estaba nada de mal y su actitud lo hizo pensar en como sería en la cama, además no tenía nada que perder al compartir un café con ella. No era muy tarde y el marido de Pía terminaba hoy el turno de noche. Si, una café estaría bueno.
Podría decirse que esto es lucidez mental, pero en verdad fueron toneladas y toneladas de suerte, casi toda la suerte de una vida...
-Ok, ok, tu ganas. Dime donde queda ese café.-Dijo Vicente mientras hacía retroceder el auto.
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