Después de mucho pensarlo se decidió a ir, había faltado a la cita, probablemente lo echaría a patadas, pero en verdad necesitaba desahogarse, sobretodo después de escuchar a la pasada aquellas palabras de aquella con la que había pasado tan bue...húmed...calien...en fin, felices momentos.
-¿En verdad no funcionó?-Preguntó una voz.
-No, Niña, nada, estaba ahí lacio y mustio. Te juro que verlo así daba lástima. Igual se veía tierno.-Contestó Pía.
-¿Y que hiciste?
-Nada, me vestí y me fui. Si entre él y mi marido...buuuu, mejor me compro un consolador, dan menos problemas.- Terminó Pía entre risas.
Salió del hospital, se desvió del camino por lo menos una media hora a pie, tan sólo para ir a comprar aquellos pastelillos que sabía que tanto le gustaban, aprovecho de comprar un gran ramo de rosas en la florería del frente y, con paso mesurado, preparándose para el inminente rechazo, fue a la casa. Tocó el timbre tres veces, impaciente, y, al abrir, tan sólo notó aquel ceño fruncido, la postura rígida y los ojos fríos.
-¿Qué haces acá?
-Lo siento.-Mascullo por lo bajo. -Sé que no tengo perdón de dios.
-Eso depende. ¿Qué traes ahí?
-Pastelitos...
-Pasa, pero con una condición.
-Lo que quiera.-Dijo aún con la vista en el suelo.
-Nunca más me dejes esperando, al final Don Gato y la Pelusa se comieron el pie.- Dijó la "Señora" dándole un abrazo a Vicente, cosa que él, en verdad, no esperaba.
La viejecita tomó las rosas y fue a la cocina, Vicente se quedó en la antesala mirando, como siempre, las fotos de aquel hombre vestido de uniforme con su postura orgullosa, las de los dos hombrecitos y la niña, en distintas situaciones: primera comunión, cumpleaños, recibiendo sus títulos; los diplomas colgados en la pared: mejor compañero, mejor alumno, premio al esfuerzo; las medallas, los recuerdos...Y así, desentonándo completamente, de fondo se oían los gemidos de los clientes de turno confundiéndose con los maullidos de la Pelusa. Una dicotomía...extraña, hasta divertida.
La anciana volvió con las rosas puestas en un florero, lo dejó sobre el arrimo de la entrada y tomándolo del brazo lo hizo avanzar hacia la cocina.
-Vamos, en cualquier momento pueden bajar.
"pff una entrada diaria, oe ya po!"
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